Hoy más que nunca los peruanos hemos escuchado la palabra populismo, en estos últimos meses, al valorar algunas de las medidas tomadas por el Gobierno o por el Legislativo. Estas decisiones buscan generar mayor aceptación entre la ciudadanía, sobre todo en estos tiempos de pandemia, emergencia nacional y temporada preelectoral.
Han existido muchos gobiernos populistas en el mundo y nuestro país no ha sido la excepción. Pero ¿cómo podemos saber que un gobierno es populista? Quizá sea difícil reconocerlo a plenitud, pero podemos aproximarnos a través de algunos rasgos.
Un gobierno populista siempre tiene un caudillo, un personaje carismático, por lo que no existe otro liderazgo dentro de este escenario y todos giran alrededor de él. Siempre los “otros” serán responsables de las crisis, del mal manejo, de la mala gestión, y el caudillo presume que hará todo lo necesario en favor del pueblo.
Esta forma de gobierno convive en sociedades que no tienen confianza en sus instituciones, que tiene un alto grado de demandas y estas demandas nunca han sido solucionadas. Además, buscan el proteccionismo en muchos casos y pueden acomodarse a la derecha o a la izquierda: es multiclasista.
Otra característica es que son clientelistas, debido a que es la única forma de tener el control. Por otro lado, dividen a la sociedad entre la “gente honrada” y “la gente corrupta”. Desde luego, ellos se consideran como representantes del primer grupo, y asumen grandes compromisos, como acabar con la corrupción y la ineficacia del estado. Ellos supuestamente defienden y representan la voluntad del pueblo.
Tienen, asimismo, un discurso orientado a la manipulación de las masas, y suelen ir en contra de los agentes económicos buscando los escenarios antagónicos. Para seguir cautivando a las clases populares, son muy amigos de los referéndum o de consultas, ya que todo debe emanar del pueblo, carecen de un sentido ideológico y tienen pobreza intelectual.
Los gobiernos populistas están y estarán siempre como una consecuencia de la precariedad política que pueden tener las sociedades. Es el móvil que utilizan líderes con escasa formación institucional, que no creen en una democracia real y que lo único que buscan es colocarse en el escenario como los únicos que pueden estabilizar, transformar los problemas de la sociedad y llevarlas a buen puerto.
Esperemos que en las elecciones del próximo año los peruanos sepamos darnos cuenta de quienes podrían llegar a ponernos en esta situación y buscar líderes que realmente nos lleven a un gobierno capaz de resolver los problemas, que pueda tender puentes entre las diferentes fuerzas políticas, que no busque culpables y que destrabe proyectos de gran envergadura. Hay que empezar las reformas que todos pedimos y de esta manera salir de la crisis en la que nos encontramos.
Artículo publicado en Octubre del 2020, en el suplemento Contra Poder de Expreso