Algunos de los principales problemas que hemos observado en estos últimos años en nuestra alicaída institucionalidad son las disputas que existen entre los poderes del Estado peruano.
El Ejecutivo y el Legislativo no han sabido conciliar de buena manera una relación política sana para el bien de todos los peruanos. Por el contrario, hemos sido testigos de embates, como el cierre del Congreso, elecciones extraordinarias en enero de este año, interpelaciones, censuras de ministros y otros, que solo han traído como consecuencia una atraso y un gasto que le pasan factura a todos los peruanos.
Tenemos una clase política atomizada que en cada evento electoral nos brinda un menú de más de 20 organizaciones que pugnan por ser gobierno o llegar al congreso y “refundar la patria”, o que tienen como mensaje de campaña reformar o cambiar la Constitución, cuando en el fondo esa no es la raíz del problema.
Las demandas de la población son muchas y los políticos deben responder a estas demandas solucionando sus problemas, a través de leyes, en el caso del Congreso, o a través de políticas públicas y programas asertivos, desde el Ejecutivo. Sin embargo, en muchos tramos de las legislaturas se han generado crisis políticas que no han ayudado a desarrollar una agenda país que realmente solucione situaciones críticas a punto de desbordarse.
La mayoría parlamentaria no debe de estar al servicio del Ejecutivo, porque afectaría el equilibrio de poderes. Es más, el Ejecutivo va a necesitar siempre una fuerza política en el parlamento para la negociación y que sea el canal de comunicación ideal para que exista un consenso entre ambos poderes, sobre todo en temas que son realmente importantes para la gobernabilidad y gobernanza.
Lo único que ha generado tener un gobierno apolítico es crear una incertidumbre que no ha permitido mejorar nuestra situación como sociedad. La población cada día está más decepcionada en medio de una pandemia que nos ha zarandeado como sociedad. Ni cerrando mil congresos “obstruccionistas” podríamos tener un mejor escenario entre las fuerzas políticas. Una bancada para el Ejecutivo ayudaría a que las relaciones de poderes mejoren. Esa será su función en congresos tan divididos como el nuestro, para evitar repetir los sucesos actuales.
Artículo publicado en Octubre del 2020, en el Portal Peruweek